Nuestro proyecto “Tren transición… un viaje a la permanencia escolar”, se fundamenta desde la necesidad de promover ambientes enriquecidos y protectores desde el quehacer docente, que permita a los niños y niñas de primera infancia, el disfrute por compartir, interactuar con sus pares y su entorno escolar, socializarse y desplegar todas sus capacidades y potencialidades, brindándoles las oportunidades y experiencias necesarias que favorezcan su desarrollo integral y su independencia a través de diversas acciones pedagógicas que les permitan la continuidad y permanencia en el sistema educativo desde la educación inicial hasta la básica.
Desde esta mirada, nuestro proyecto se fundamenta en diferentes conceptos que son propios del enfoque social de derecho, donde el niño y la niña son vistos como seres sociales, capaces de participar, integrarse y desenvolverse satisfactoriamente en su contexto. “Ser sujeto de derecho desde la primera infancia es afirmar que el carácter de ser social es inherente al ser humano desde los comienzos de su vida y que gracias a él y a las capacidades que poseen, los niños y las niñas participan en la vida de la sociedad y se desarrollan a partir de las relaciones con los otros”.
Por esta razón, es fundamental las experiencias que se brinden a los niños y niñas desde la primera infancia, pues como se plantea en el código de la infancia y la adolescencia, Ley 1098 de 2006, (Artículo 29): "la primera infancia es la etapa del ciclo vital en la que se establecen las bases para el desarrollo cognitivo, emocional y social del ser humano. Comprende la franja poblacional que va de los cero (0) a los seis (6) años. Son derechos impostergables de la primera infancia: la atención en salud y nutrición, el esquema completo de vacunación, la protección contra los peligros físicos y la educación inicial". Por esta razón, es indispensable una atención de calidad, donde se brinden las oportunidades necesarias para que los niños y niñas se desarrollen de manera integral a través de diversas modalidades de atención desde la educación, salud, nutrición, protección y de múltiples estrategias que garanticen su aprendizaje, desarrollo y crecimiento.
Desde el ámbito educativo, la educación inicial se constituye como se especifica en el documento Fundamentos políticos, técnicos y de gestión de la estrategia de atención integral a la primera infancia, “en un estructurante de la atención integral cuyo objetivo es potenciar de manera intencionada el desarrollo integral de las niñas y los niños desde su nacimiento hasta cumplir los seis años, partiendo del reconocimiento de sus características y de las particularidades de los contextos en que viven y favoreciendo interacciones que se generan en ambientes enriquecidos a través de experiencias pedagógicas y prácticas de cuidado. La educación inicial es válida en sí misma por cuanto el trabajo pedagógico que allí se planea parte de los intereses, inquietudes, capacidades y saberes de las niñas y los niños. Esta no busca como fin último su preparación para la escuela primaria, sino que les ofrece experiencias retadoras que impulsan su desarrollo; allí juegan, exploran su medio, se expresan a través del arte y disfrutan de la literatura”. La educación inicial, es vista de esta manera como un proceso pedagógico intencionado, planeado y estructurado, que propone oportunidades, situaciones y ambientes para promover el desarrollo de los niños y niñas de acuerdo con sus circunstancias, condiciones y posibilidades.
Por todo lo anterior, desde la atención integral del sistema educativo en la modalidad Institucional, se pretende, que con el proyecto “Tren transición… una puerta abierta a la permanencia escolar”, se consolide en la Institución Educativa María Auxiliadora, un proceso óptimo que asegure la permanencia de los niños y niñas a la educación, garantizandoles de esta manera sus derechos, al igual de múltiples experiencias que permitan su desarrollo integral y el aprendizaje; este último, tomado como un proceso activo que se deriva de las interacciones sociales y culturales de los niños y niñas, que promueve el desarrollo hacia formas de autonomía, participación y creatividad más complejos. Todo esto es viable, siempre y cuando se propicie la adaptación de los niños y niñas al sistema educativo, donde se involucre toda la comunidad educativa para apoyarlos a enfrentar los cambios, incertidumbres u obstáculos que trae cada proceso.
“Las transiciones de las niñas y los niños son momentos de cambio en los cuales experimentan nuevas actividades, situaciones, condiciones o roles, que inciden en la construcción de su identidad y en las formas de relación con los otros, impactando así, de manera significativa en su desarrollo. El potencial de las transiciones radica en su capacidad para promover interacciones que permitan a los estudiantes comprender la importancia de enfrentarse a nuevos retos, conocer nuevas personas o espacios y entender el desarrollo y el aprendizaje como un proceso permanente de la vida. En el entorno educativo, las transiciones representan distintos retos, debido a que los objetivos de cada nivel educativo son diferentes y esto genera que se den cambios en la organización pedagógica, las interacciones, el ambiente, el espacio, el tiempo, los contextos de aprendizaje y el aprendizaje mismo. Estos retos implican para las niñas y los niños el despliegue de su potencial de desarrollo en términos de su autonomía, independencia, resolución de problemas, interrogantes, entre otros”[2].
Para lograr que estas transiciones entre grados garanticen la continuidad de los niños al proceso educativo, debe promoverse entornos acogedores en cada grado, donde se utilicen estrategias metodológicas diversas, que permitan una educación inclusiva pensada en todos y para todos. Desde las bases curriculares para la educación inicial y preescolar, se especifica que “la exploración del medio, el juego, las expresiones artísticas y la literatura, fundamentan las bases curriculares, porque son las que guían la elección de las estrategias pedagógicas, las maneras en que se crean los ambientes, las formas de distribuir tiempos y espacios y en especial como se hacen posibles las interacciones con el mundo, con las personas, con sus pares y con ellos mismos. Las actividades rectoras invitan además a comprender que mientras los niños y niñas crean, se expresan, juegan y exploran, aprenden y se desarrollan”.
Desde este proceso de transiciones armónicas, debe fortalecerse la dimensión socio afectiva, que permita la interacción constante con el otro, la consolidación de la inteligencia emocional, donde se dé relevancia a los vínculos, pues son a partir de ellos, que se construye aprendizajes, pues mediante la experiencia y la interacción constante con el otro y el entorno, hay cambios en la estructura cerebral de los niños, lo que marca una base para el desarrollo integral y desde el ámbito escolar, en los diferentes procesos propios de cada nivel de la educación formal.
Es indispensable construir relaciones y ambientes que generen seguridad emocional en los niños y niñas, pues de esta manera se garantizará la permanencia y continuidad al sistema educativo, además de su desempeño en él a la vez que despliega sus potencialidades y capacidades.
La Articulación y sus niveles Según la Real Academia Española de la Lengua (1984), el vocablo “articulación” viene del latín “articulario”, que significa “enlace o unión de piezas o partes; lo que sirve para unir, enlazar, atar”; (Asociación de Academias de la Lengua Española, 2014).
A partir de esta definición, se puede evidenciar que el término articulación permite una unión en este caso entre el grado transición y primero de primaria en donde se evidencia una continuidad permanente dentro del sistema educativo; el Ministerio de Educación Nacional define la articulación inicial como un proceso continuo y permanente de interacciones y relaciones sociales oportunas y pertinentes, que posibilitan a los niños potenciar sus capacidades y adquirir las competencias para la vida, en función de un desarrollo pleno que propicie su constitución como sujeto. (Ministerio de Educación Nacional, 2009). Se puede definir articulación educativa como “la continuidad de técnicas, experiencias e instrumentos que respeten al niño como ser único e irrepetible, porque el niño que ingresa al Primer Grado sigue siendo el mismo niño, con interés de jugar, pintar, explorar, trabajar con material variado, de diversos colores, formas y tamaños, un salón de clase con un ambiente que lo invite a experimentar” (Iragorry, 2016). Según este autor, es posible afirmar que muchas veces los niños al llegar a primero de primaria se encuentran con un escenario totalmente diferente, en donde el juego, el arte, la literatura y la exploración del medio deben dejarse a un lado, para asumir nuevas responsabilidades y adaptarse a nuevas metodologías que no favorecen su desarrollo ya que no existe una continuidad con el nivel anterior y el trabajo realizado en esta.
Por su parte Lucchetti (2010), señala que: El concepto de articulación se refiere a la unión o enlace entre partes. Esto supone reconocer que las partes son distintas entre sí y a la vez forman parte de un todo. Otro concepto importante es lo planteado por Camargo (2016), quien considera que “En educación, la articulación significa lograr la unidaýd de ideas y acciones, implicando esto, la integración de todas las influencias educativas que recibe el individuo durante su vida, por lo que es preciso coordinar todo el trabajo y todas las actividades a fin de unificar criterios y modos de actuación, tomando en cuenta los principios de la unidad y la diversidad.
Peralta (2007, p.7) señala que la articulación está referida a las relaciones de interacción entre grados y niveles educativos, implica lo curricular como elemento que cohesiona y permite la convergencia de acciones en un marco de complementariedad, de coherencia, de flexibilidad, de globalidad y de autorreflexión crítica que le da sentido al cotidiano devenir del acontecer escolar en el contexto del continuo cambio de las denominadas sociedades del conocimiento y la información”.
La articulación debe ser atendida desde diferentes niveles según Luchetti (2007 p.17):
Articulación Institucional: se refiere a las culturas de ambos niveles, Educación Inicial y Primer Grado de Educación Primaria: en el primero los niños y niñas pueden ir a jugar, pero sin dejar de lado la preparación para el ingreso a la Educación Primaria y en el segundo simplemente se va a aprender; sin embargo, si los docentes son partícipes de la misma cultura, se podría generar cierto grado de compatibilidad.
Articulación curricular: cada nivel es direccionado a través de sus respectivos currículos, los cuales dictan los lineamientos en cuanto a contenidos, lo importante será entonces trabajar desde las aulas para vincularlos, con el firme compromiso de que los contenidos curriculares correspondan a los diversos aprendizajes.
Articulación de las Prácticas Docentes: lo ideal es utilizar metodologías que correspondan al desarrollo de los niños y niñas en cada nivel, que se construyan puentes entre los conocimientos previos y los nuevos.
Articulación de actividades de Docentes y estudiantes de los dos Niveles: existe
continuidad en los enfoques de enseñanza y aprendizaje que garantizan la congruencia de la gestión.
[2] ¡Todos listos! Para acompañar las transiciones de las niñas y los niños en el entorno educativo. MEN. 2015
[1] Bases curriculares para la Educación Inicial y preescolar. MEN. Bogotá, Colombia. 2017, pág. 25.